15/1/11

Enamorate del ejercicio

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Enamorate del ejercicio

Para aquellos que no hacen actividad física desde el colegio, va esta nota. Y es que reenamorarse con el trabajo por el cuerpo y la salud es una tarea que a muchos aún les resulta muy complicada.

¿Cuántos de ustedes no hacen deporte desde el colegio? Al parecer es ahí donde se acaba el movimiento corporal para muchos, quienes dejaron atrás esa única clase semanal y obligatoria para dar paso al sedentarismo y a la idea de volver a ejercitarse “algún día”. Por esta razón, hacemos una invitación a todos aquellos que aún tienen dudas si salir o no a trotar por las mañanas, a esos que no tienen decidido si gastar (o invertir) dinero en un gimnasio o a esos que simplemente batallan cada día con la flojera de mover el cuerpo. A todos ellos les mostraremos cómo dar el primer paso para comenzar una relación con la actividad física.

Dar el primer paso

Lo peor que puede hacer es volverse loco e iniciar rutinas exigentes que lo dejen exhausto a los treinta minutos y sin ganas de volver a correr o entrenar en una máquina por el resto de su vida.  La idea es que la práctica del ejercicio sea paulatina, lenta y tomando en cuenta aquellas actividades que no demanden mucho trabajo y que permitan ir aumentando su intensidad a medida que usted y su cuerpo vayan progresando.

Un buen inicio para aquellos que no practican ningún tipo de actividad física desde sus años escolares es someterse a una evaluación médica y evaluación postural (que ve el estado de la columna, la pisada, las caderas, etcétera), para así “conocer cuáles son mis niveles y capacidades propias”. No por tener un problema de salud significará que el deporte vaya a resultar perjudicial, pero sí es necesario conocer con qué recursos cuenta el cuerpo para así no potenciar posibles lesiones o dolores preexistentes.

Luego de este chequeo, se deben derribar ciertos mitos e ideas que también resultan un obstáculo a la hora de decidirse por el deporte: el temor a sufrir lesiones, la poca seguridad en los barrios y el poco tiempo que se tiene para este tipo de actividades, son algunos de los prejuicios que, si no se eliminan, no nos auguran un buen inicio.

Lo mejor es partir con actividades simples de tipo aeróbico, tales como la caminata, el trote, la natación o la bicicleta, a una velocidad tal en que uno pueda ser capaz de hablar sin gran esfuerzo. Esto significa que las pulsaciones estarán en un rango entre un 60 y 70% con respecto a la frecuencia cardiaca.  Luego de aquello, se puede participar en actividades más específicas, tales como ejercicios localizados de abdominales, flexiones, fortalecimiento de brazos y piernas, coordinación y agilidad, entre otros.

El precalentamiento

La elongación es también una etapa importante dentro de cualquier práctica de actividad física, pues es la que permite la preparación del cuerpo y así evitar lesiones tan comunes en estos casos como las torceduras o esguinces. No es algo que uno debe hacer en dos minutos, sino que se trata de una preparación previa al ejercicio que debe durar a lo menos diez o quince minutos. La mayoría de las personas no suelen precalentar, por ende incurren en una lesión y lo primero que hacen es echarle la culpa al ejercicio.

En cuanto a las veces en que una persona debiera ejercitarse, la OMS recomienda, en el caso de personas sanas y que practican deporte, 30 minutos diarios de actividad física. Sin embargo afirma que para aquellos que padecen de sobrepeso, ese tiempo debe aumentar a 45 minutos de ejercicio desarrollado, eso sí, a una intensidad baja y paulatina.

Por último y para que el futuro de estos “nuevos” deportistas sea auspicioso, lo relevante es el autoconocimiento, ya que saber cuáles son los límites a los que se puede llegar y tener la capacidad de no autoexigirse más de lo adecuado, serán la clave para luego poder ir avanzando y logrando mayores objetivos.

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